miércoles, 1 de abril de 2020

De la primavera que vivimos en los balcones

Escribo en la habitación del balcón. La que mi hermano ha dejado vacía: le hice volver a casa tan pronto anunciaron la suspensión de las clases, antes de que todo estallase. Se me hace raro estar aquí sin él.
Durante este día tan largo se colaba por el cristal la luz cegadora de una primavera inminente, y quizá la más extraña que nos ha tocado vivir. Este balcón de mi casa se asoma a un Madrid vacío, a un silencio que, en pleno centro de la ciudad, resulta sobrecogedor por inusual.

A las diez de la noche habéis roto esta quietud casi fantasmal. Los aplausos han cruzado el cielo del país de norte a sur, de este a oeste. Nos habéis alentado. Nos habéis emocionado. Nos habéis inyectado fuerza para ir a por todas contra él, nos habéis demostrado que sí, os hacéis responsables y os quedáis en casa para que, sí, podamos atenderos a todos. Nos habéis reconocido un peso que los recortes en Sanidad Pública quisieron aligerar, y que, se ha demostrado, no se puede.

Creo que jamás se han concentrado en mi corazón tantas emociones en tan pocos días.

* Vuelvo por aquí en mitad de la tormenta. Algún día, cuando todo quede muy lejos, me gustará leer esto. 

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